Por Odda Schumann
No te me enojes, yo solo digo eso… sobre el poder de mentir, de decir cualquier cosa y que se te queden viendo. Porque siempre hay alguien más tibio o más vago, porque pensar lleva su tiempo y esfuerzo y además tenés que creértela cuando empezaste a hablar y sabés que no podés parar.
Y para que nadie se dé cuenta mirás para cualquier lado como si tu boca no pudiera detenerse. Pero ahí está tu debilidad, no podés admitir que tenés que frenar en algún momento antes de que sea tarde y termines hablando de la teoría de las cuerdas o de la esperanza de vida del gusano alambre.
Pero eso no pasa, hay que cerrar el trato de haber tomado el tiempo de alguien que se para delante tuyo a perder tiempo en cosas que no sabe que son pura basura. Y vos no tenés problema en mentirle en la cara porque pensás que no es tan grave. Y en realidad no lo es. Porque esa otra persona tampoco está esperando que le digas que se tire a las vías del tren para hacerlo.
No, esa persona es más perversa que vos. Y eso es otro saldo negativo, porque la viveza que pensaste que tenías se derrite como hielo de verano. Y ahora sabés que esa persona no solo no va a hacer nada de lo que le dijiste, sino que además mantiene la tentación de contradecirte. Y te molesta, porque el que pierde el tiempo ahora sos vos.
Ya no sabés con qué historia arrancar. Porque no funcionó la de la abuela Coca, ni la de las plantas de marihuana. Y se te ocurre la tonta idea de las vías del tren, porque esa sí que la pensaste para Jorgito, ese tedioso de Jorgito que te vuelve loco en la vereda.
Y ahora la jodita te salió cara porque cuando te diste cuenta de que perdías el tiempo ya era demasiado tarde para encontrarte con Melibea y te fuiste de boca en la barrera paso nivel; y como el piso está como cualquier piso en la Argentina, te doblaste el tobillo y el tren no vio la luz roja porque el foco estaba roto y la barrera no subió como debía y ahí te fuiste, a los pies de tus historias mentirosas, volando por los aires.
Ahora todo descansa en paz, el foco roto, la barrera que se terminó de romper el otro día porque ya estaba muy oxidada y vos. Menos mal que estuve ahí para verlo, pero ¿qué me voy a meter yo en cosas ajenas?